MIS TEMAS SON LOS TRES TEMAS UNIVERSALES DE LA HISTORIA DE LA LITERATURA: LA VIDA, EL AMOR Y LA MUERTE[1]
Juan Luis Muñoz Veillón es un escritor talquino que ha desarrollado múltiples actividades culturales y literarias en su ciudad natal. fundador y primer presidente de la Sociedad de Escritores de Chile en Talca por el año 1988, instancia en la que sigue participando. Ha dirigido instituciones deportivas y sociales, talleres literarios y charlas sobre distintos temas en colegios, liceos y universidades.
Escritor incansable, ha publicado varios libros de poesía y ha sido antologado en Chile y el extranjero. Actualmente, prepara dos ediciones de sus cuentos y otras publicaciones que es prematuro señalar ahora. Además, ha sido premiado una docena de veces en Chile y el extranjero, en cuento y poesía respectivamente.
Considerando los años en que fundó la Sociedad de Escritores de Chile ¿Cómo y por qué ha cambiado el itinerario literario del Maule?
Escritor incansable, ha publicado varios libros de poesía y ha sido antologado en Chile y el extranjero. Actualmente, prepara dos ediciones de sus cuentos y otras publicaciones que es prematuro señalar ahora. Además, ha sido premiado una docena de veces en Chile y el extranjero, en cuento y poesía respectivamente.
Considerando los años en que fundó la Sociedad de Escritores de Chile ¿Cómo y por qué ha cambiado el itinerario literario del Maule?
Yo presidí la SECH Talca porque, curiosamente,
ninguno de los que propusieron la idea (1988) quiso hacerse cargo de dirigirla.
Al parecer, pensaron que el dueño de casa era el “pajarito nuevo pica el huevo”
para ellos, porque aún estábamos en dictadura y ellos eran revolucionarios
“pero no tontos”. Mis futuros compañeros de equipo se consideraban muy
superiores al, para ellos, poeta burgués (supongo que por mi estable situación
económica) que designaron presidente bajo el parrón de su propia casa aquella
tarde, el mismo que los llevaría al respeto y reconocimiento público y privado
durante los dos años que aceptó el cargo. Después de dos años de exitosa labor ―en la que Diario El Centro tuvo una importante participación― y de arrastrar el ego de los ―salvo excepciones― “poetas superiores de izquierda”, me reeligieron, pero el poeta
burgués, cumplido ya su compromiso, cedió la presidencia a uno de ellos que rápidamente
se encargó de desguazar todo lo hecho. Baste señalar que antes de terminar mi
período y con el seguro advenimiento de la democracia (1990), el más iluminado
de ellos expresó que, y de esto hay testigos, que 1992 sería Premio Nobel de
Literatura. De esos polvos, estos lodos… Pudo haber, pero no hubo, no hay ni
habrá itinerario literario del Maule, a menos que se considere itinerario lo
que existe: autoediciones aisladas.
Teniendo un buen pasado como futbolista amateur, estudios en sociología
y comerciante, entre otras actividades ¿De qué manera se fue dando la
literatura?
No lo sé, no me di cuenta, no me importaba ni me
preocupa aún, mi “desarrollo literario” porque en promedio y desde siempre, veo
tres y más películas por semana, leo dos o tres libros al mes, leo el diario
todos los días, veo noticias en tv. A las 21 y 24 horas de cada día y trabajo
como vendedor ambulante atendiendo a mis
clientes en sus casas, oficinas o en la calle todos los días, domingos y
festivos incluidos. Durante mucho tiempo escribí de noche y me amanecía en
ello. Muchas veces la menor de mis hijas bajaba del segundo piso en la mañana
vestida con su uniforme para ir al colegio (Liceo Integrado de Talca) y
encontraba su padre en la mesa del comedor desesperado por no poder “solucionar”
el o los poemas que lo habían tenido toda la noche embelesado. La poesía no me
dejaba vivir horarios “normales” por lo que cambié la rutina. En todo caso, hoy
disfruto escribiendo cuando se me da la gana y, repito, si hubo y hay un
desarrollo literario, va con la vida.
Hace algunos años fue un gran difusor del cine arte en el Museo
O'higginiano ¿Cómo ve el panorama hoy para fomentar esas instancias de
conversación y arte?
Las sesiones de cine que desarrollábamos en el
Museo O´higginiano de Talca eran gratuitas y en ellas participaban,
ejemplarmente, el director del Museo y su personal, además de José Antonio
Yuri, académico de la Utal que me ayudaba en la impresión de las cartillas de
presentación y, a menudo, en la
selección de los grandes directores del llamado cine arte. Otro tándem igual,
caído el Museo y su preciosa sala de cine, lo veo difícil de reunir. Solo nos
queda el triste consuelo de haber dejado una videoteca de la historia del cine
universal que, dudo, tengan otros museos en Chile. Aparte lo anterior ―que lo he citado porque muchas personas me preguntan cuándo volveremos a
hacerlo― creo que algunas instituciones no se han preocupado del tema que usted
plantea, y me refiero a las universidades que, como todos los medios de
difusión, parecen haber olvidado el compromiso que las constituye, entre otros,
de “fomentar esas instancias de conversación y arte”, aunque signifique
renunciar un poco a su pedantería académica. Pero si somos realmente inquietos,
aparte de la familia, la escuela, los centros de vecinos y otras organizaciones
comunitarias, deberíamos imitar el ejemplo de la Biblioteca Municipal “La
Florida”, que invita a un escritor a que envíe alguna de sus obras, las reparte
en la comunidad para que ella, en respuesta, invite al autor a conversar sobre
su cuento, poema o creación. ¿Arte compartido podría ser?
Partiendo de la base que ha ganado varios premios ¿qué opinión o validez
le otorga al ejercicio de concursar? ¿Cómo ve que se configuran hoy los
concursos?
Yo creo que los concursos literarios son una gran
oportunidad para quienes empiezan a escribir o para quienes ―como yo― han escrito siempre. Se desconfía de los concursos cuando no se gana y
se recomiendan cuando se es premiado, es una antigua conclusión, pero no una
conclusión exacta. Hoy en día, no hay una información o difusión adecuada para
entusiasmar a los escritores a
concursar, ni tampoco hay interés de la empresa privada y las universidades en
alentar esta iniciativa. La I. Municipalidad de Talca, con el Concurso Literario
Stella Corvalán ―que es uno de los recomendables― hizo realidad una
antigua aspiración de la SECH Talca, que había sido acordada en uno de sus
períodos como Alcalde con el actual diputado, don Germán Verdugo, y Gabriel
Rodríguez, que reconstituyó la SECH Talca posteriormente. Como sea, concursar
es un buen desafío que somete a criterio ajeno lo obrado, lo cual me parece muy
bueno, el problema es que faltan desafíos y provocación.
Las instituciones culturales, gubernamentales y universitarias ¿cómo se
han relacionado con la literatura del Maule?
Creo que realmente no la conocen. El Maule, como
todo Chile, es un hervidero de creadores de todo tipo, solo que tal condición
no es reconocida fácilmente ni mucho menos auténticamente pesquisada, como debiera
serlo. Las trabas son tanto económicas como burocráticas y la suma de ambas es
el desaliento y la humillación. Si a eso le sumamos las editoriales, que son
las dueñas de todos “los talentosos best-sellers” de Chile y el mundo, la
situación es dramática. Baste señalar que los periódicos guían a sus lectores por “Los libros más vendidos”,
como lo hacen críticos literarios o comentaristas de otros medios. Vuelvo a la
responsabilidad que le cabe a universidades y entidades empresariales (Cámara
de Comercio de Talca, por ejemplo) que podrían hacerlo por medio de concursos o
postulaciones, con un verdadero cernidor académico de calidad.
¿Qué discurso ha querido establecer a través de su creación literaria o
el fin ha sido sólo estético?
Así como practico el “vive y deja vivir” y tengo
vocación de autonomía y, seguramente por lo mismo, no creo en el compromiso
ideológico, ni mi vida y mucho menos mi
literatura lo acepta. Para mí, el discurso o composición “comprometida” es una
formulación fonética cuyo valor es equivalente al arribismo. Si alguna vez
milité y lo hice radicalmente, igualmente renuncié radicalmente decepcionado
(me anticipé en 25 años a lo que sucede actualmente con los “comprometidos”).
Mi trabajo literario está libre de servicios al poder del amiguismo y/o
compañerismo y mis temas son los tres temas universales de la historia de la
literatura: la vida, el amor y la muerte. En todos mis libros está presente la
realidad que vivimos, pero ello no implica compromiso ideológico alguno. “Yo
escribo solamente” (C. Vallejo).
En una población que no lee ¿Qué responsabilidad le cabe a los
escritores en esa tarea o su responsabilidad es sólo escribir?
Todos somos responsables. Escribir en un país que
no lee es, para el escritor, una tarea épica. La tecnología, que podría haber
jugado a favor, ha sido uno ―si no el peor― enemigo de la
literatura y el arte en general (se podrían rescatar lo audiovisual, las
instalaciones, la fotografía), pero el verdadero problema está, a mi juicio, en
la familia. Todo comienza en la familia, que debiera buscar ―y digo buscar como quien hurga por alimento en tiempos de guerra― desde el jardín infantil y la enseñanza básica, el establecimiento
adecuado para sus hijos. No hay colegio ni universidad que pueda suplir el
hábito que hace al lector, si no comienza en los primeros años de vida. Familia
sin libros y país que no lee, es un sinónimo para mí. Si proporcionalmente
tenemos la población más escolarizada de américa latina y, por ende, la mayor
expectativa de universo lector de nuestra historia, creo que debemos apuntar a
la enseñanza básica para “regenerar el gen” de la lectura. En la enseñanza
media la lectura escolar es un tormento y en la universitaria ya es inútil, y
la insistencia de rebajar el iva es ridícula, por lo ingenua (¿quién ha
realmente evaluado que por bajar un 20% (para redondear) a un libro que vale $
10.000.- y que queda en un costo final de $ 8.000.-, hace ese costo accesible a
una familia obrera o empleada pública?) Repito, que si ese niño haya nacido con
el “gen” de la lectura o se le haya inducido en la educación básica por
verdaderos maestros, tendríamos un universo lector equivalente a la
escolarización del país. Ojalá me equivoque, pero no creo, y por lo mismo puedo
decirle que el escritor no tiene voz en esta audiencia. Sí la debiera tener el
Estado de Chile, con una editorial que regulara, como en otros tantos casos, el
abuso de las empresas editoriales.
¿Cómo explica que a más de 20 años de haber fundado la SECH aún exista
una casi nula presencia editorial en Talca?
Porque la SECH estuvo formada siempre por gente sin
recursos, talentos dispares y egos insufribles, y porque los “emprendedores”,
nuevos o antiguos, ven al escritor y a cualquier otro artista como personas
“raras” con las cuales “no hay tema”. Lo mismo sucede con las empresas a las
que se acude para editar que, al menos en Talca, son imprentas, no editoriales que presenten y
difundan las obras. Necesitamos que
nuestras universidades salgan de sus parapetos un tanto circunspectos y se
arriesguen a la vida concursable.
Peor aún ¿qué opinión le merece la baja cantidad de escritores
publicando en la ciudad a diferencia de otras como Temuco?
¡Y Valdivia! En Valdivia, obtuve el 2° lugar en
el Concurso Literario Fernando Santiván,
versión Cuento 2011, de la Corporación Cultural Municipal de Valdivia, y fuimos
atendidos dos días y noches como rock stars; ceremonia de por medio, se nos
entregaron las publicaciones de los
cuentos premiados en un precioso libro de Ediciones Kultrún, lleno de finos
detalles; el diario Austral lo publicó todo en primera página, luego de
entrevistas para tv. y radio locales. Lo que demuestra que hay otras visiones
que hacen posible otra realidad, como quisiéramos todos.
¿Cuáles han sido sus referentes literarios en la creación? ¿Por qué?
Mis referentes literarios están en la lectura impenitente
de cuanto libro cayó en mis manos desde temprana edad ―gracias a mis padres, que fueron grandes lectores. Posteriormente, la
observación profunda de las personas y todo cuanto me rodea ―no recuerdo en qué momento descubrí que la observación, reflexión y
síntesis eran la base de todo― me impulsó a escribir. La curiosidad intensa por
saber o adivinar qué hay de detrás de los seres y las cosas ha sido mi acicate
y desafío para desarrollar la poesía y todo cuanto he escrito (cuentos, novela,
teatro y otras cosas inéditas). Todavía es un misterio insoluble para mí, a
pesar de haber leído a Darwin, que cualquier rama vegetal pueda producir
flores, esa maravilla de color, tersura y fragancia (creo que como es tan
común, el fenómeno ya está asimilado por todos, pero a mí me sigue
maravillando). Ni hablar del ser humano y sus conductas. Sin embargo, nadie me enseñó nada, salvo los cientos de
autores de todos los tipos, tanto en poesía como en narrativa. Después de tantos
años de lectura, vuelvo sobre Pessoa, Vallejo y algo de Neruda y muchos más, en
poesía. En narrativa, retomo a Rulfo, Cortázar, Maupassant, Faulkner, y tantos
otros, pero hoy me domina el ensayo (Judt, Foucault, Hitchens y un sinfín),
pero además todos ellos, el cine. Yo creo que el cine ha influido más que nadie
en mi trabajo (y no cito directores después de ver miles de películas), por la
sencilla razón, creo yo, de que muestra la vida completa en imágenes cada vez
más perfectas.
¿Percibe que Talca se ha transformado? ¿Hacia dónde? ¿Cómo sería su
ideal de ciudad?
Talca ha venido reflejando sostenidamente la
economía de mercado que vivimos, muy a mi pesar. Sus proyectos urbanos están
dominados por el retail y las cadenas comerciales de todo tipo. Sus calles se
llenan de semáforos, lo que no sería malo si no fuera, en gran medida, debido
al aumento automotriz. Su cielo está cableado por las empresas eléctricas, los
hermosos edificios y casas patrimoniales de antaño jamás fueron protegidos y,
si no fuera por la preciosa alameda y la Plaza de Armas, estaríamos dominados
por el cemento. Mi ideal de ciudad es la que anticipa Serrat al referirse al
mar mediterráneo: (…”que han dejado en ti cien pueblos/ de Algeciras a
Estambul/ para que pintes de azul/ tus largas noches de invierno…”) una ciudad
unida al mar como Valparaíso, pero en el norte, con aguas tibias y atardeceres
que besen las ventanas de los cerros y repitan el sol.
Si Talca fuera una novela ¿Qué título llevaría?
“El trueno cautivo”.
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